El Bando: pasaporte para el disfrute carnavalero en Barranquilla
Como lo que fue una histórica orden de mando, es subvertida a lo cómico e irreverente en la mascarada carnestoléndica.
Si bien el nombre de José Enrique De la Rosa figura en los anales de la historia del Carnaval de Barranquilla como el que en una fecha remota escribió y promulgó el primer Bando de estas fiestas, y que a partir de entonces se constituyó en la apertura o ceremoniosa largada al desenfreno carnestolendico; es don Alfredo De la Espriella Zabaraín, ilustre historiador y hombre de letras de la ciudad, al que más se recuerda como el personaje que a partir de 1949, y durante una gran cantidad de años, exponía todo su ingenio creativo y pasión por estas fiestas para elaborar las notas del Bando carnavalero.
Se podría afirmar sin temor a equívocos que don Alfredo le dio categoría, reconocimiento y expectativa al contenido del Bando.
“¿A qué se referirá Alfredo este año con el Bando?¿Cuál será el tema escogido?”, eran inquietudes comunes en los círculos carnavaleros y de los organizadores de las fiestas, días previos a la ceremonia de la Lectura de Bando.
“El ‘Bandolero’ del Carnaval” comenzaron a llamarlo desde entonces en el ambiente festivo de reinas, capuchones, congos y garabatos; apodo cariñoso que se le sumó al que arrastraba desde su juventud: “El Cabo”, este en honor a un papel que representó en una obra de teatro, en sus inquietos años juveniles.
“El Carnaval es jarana, es befa, es un estado en contra de la normalidad, lleno de gracia y sonrisas”. Con estas palabras solía definir y defender don Alfredo el contenido de los bandos que escribía con gracia e ironía.
A finales del siglo XIX y entrado el XX, cuando se dan los inicios del Bando, la responsabilidad de la elaboración y lectura de la figura recaía en el Rey Momo, pero con el paso del tiempo y evolución de las mismas fiestas el acto reposó en manos de la reina, finalmente la figura central de la celebración.
Historiadores del Carnaval señalan el siguiente texto como el primer “decreto real”, que es el mismo Bando, con que De la Espriella inició su larga trayectoria de “Bandolero”.
¡Yo, Rey Momo del Carnaval!
ordeno y mando
a todo aquel maretira
o a cualquier turpial
que se las tira de café con leche
y se atreva ¡eche!
a salir en plena temporada
sin disfraz, máscara,
capuchón o antifaz
que va, sin más contemplación,
a templar a la vara santa.
Los indios de trenza
y los negros pintados
los obligarán a pagar caución
por faltarle el respeto
a la tradición [...]
Los mismos historiadores también mencionan este otro texto como el del primero Bando de la historia del Carnaval, que estuvo a manos del mencionado De la Rosa.
Yo, José Enrique De la Rosa,
de renombrada memoria,
que he conquistado en la historia
la página más gloriosa,
con mi lengua estrepitosa
y con mi invencible acero,
hoy le digo al mundo entero
que mi vandálica grey,
proclamándome su rey,
me nombra José Primero.
Escritos históricos que se refieren a lo que representa el Bando de Carnaval, lo reseñan como una herencia colonial española, “que se remonta a las más antiguas tradiciones persas, griegas y romanas”, pero subvertida a lo cómico e irreverente de la mascarada carnestoléndica.
Es que precisamente en sus raíces españolas se cuenta el Bando como una serie de severas prohibiciones de las autoridades a la comunidad, dictados de comportamiento que deben observarse con apego a la ley en las fiestas de Carnaval.
Pero tal vez por el espíritu desabrochado de la gente del Caribe o por la misma esencia del Carnaval, el sentido draconiano de lo que era el Bando original, se trastoca al mamagallismo, al humor, o la befa, a la que se refería De la Espriella.
Si el oficial prohibía la risa, el humor, la crítica y el baile, el bando carnavalero convocaba a todo lo contrario, a divertirse, bailar, emborracharse y a la crítica ingeniosa de los acontecimientos políticos, sociales, económicos ocurridos o desarrollados en ese momento en la ciudad o el país.
Los escenarios para la lectura de lo bandos del Carnaval de Barranquilla han sido diversos, dependiendo de factores del momento que viva en la ciudad: la Plaza de la Aduana, Camellón Abello, Plaza San Nicolás, Calle de las Vacas (la 30), Paseo Bolívar, parqueadero del estadio Romelio Martínez, en el mismo estadio, y ahora la Plaza de la Paz.
La fecha tradicional u ‘oficial’ para la lectura del bando es el 20 de enero, que coincide con el día clásico de las Fiestas en Corraleja, la celebración emblemática de Sincelejo. O la fiesta del Caimán Cienaguero.
Los libros de historia nos cuentan que era la fecha antigua de San Sebastián, antiguo patrón de Cartagena. En algunos años se ha cambiado el día por razones de organización, pero para este 2023, se decidió continuar con la tradición.
Esta noche la atención sobre la fiesta autóctona más importante de Colombia se fija sobre Barranquilla y su Lectura de Bando, que no solo incluye atención al texto jocoso y creativo, sino al espectáculo musical y de baile que tiene como figura central a la reina Natalia de Castro.
Y a partir de esta Lectura, donde la Reina 'ordena y manda', se inicia el festejo más querido de los barranquilleros, cuyas fiestas se han nutrido con manifestaciones folclóricas y culturales de la Costa Caribe colombiana, en especial de los pueblos ribereños.